
Hay hechos en la vida que producen un cambio de pensamiento, situaciones personales o ajenas que provocan, lo que hoy en forma coloquial se le dice un click, una evolución quizás o un trauma que trabajar que una vez vencido, ya no te reconoces como lo anterior.
Cuando hoy iba hacia mi trabajo recordé las veces que retornaba al laburo durantes los meses inmediatos a la inundación, fue en ese momento que pude volver metafísicamente. ¿Qué sentí?: que me habían despojado de mi vida histórica en el sentido metafórico, en el sentido de espacio, de tiempo, de lugar, de lo cotidiano, de lo afectivo, era lo más parecido a sufrir el destierro y la guerra.
Gracias a Dios no perdí más que ese despojo temporal y a la vez evolutivo desde el dolor, quizás uno más pero distinto porque lo hemos sufrido muchos a la vez.
No quiero ni pensar lo que deben sentir aquellas personas que perdieron la vida de seres queridos, durante o posterior al desastre. Debe de ser incontenible tanta impotencia por tanta injusticia.
Si sólo fuera que los que deben gestionar lo hagan con visión de futuro, sin negocios personales, ni sectoriales, entonces quizás allí la tragedia hubiese sido mucho menor.
Por eso parafraseando si se me permite el pensamiento de Don Arturo Jauretche les diría que no piensen gestionando sólo dónde están los votos hoy, porque no estarán más allí mañana y serán tristes viudos de votos perdidos.
De aquí en más el 2 de abril encierra dos fechas que estaquean el corazón, que para muchos son fuente de lucha, de cambio, de debate y acción, porque las cosas cambian, y las personas también.